Una reliquia que hizo milagros

No apegarme por egoísmo a una reliquia que hizo milagros: el Nadaísmo que nos salvó de la nada.
Me niego a ser santo del pasado, precursor del infierno, símbolo siquiera.

Nada de lo dicho y hecho, amado o muerto, escrito o silencio, me pertenece vanidosamente. He sido instrumento de la vida, vibrador instrumento.

De nada me arrepiento; de mis errores tampoco; me enseñaron la salida del laberinto. Todo fue positivo en el proceso, aun lo negativo; aprendimos a vivir.

El Nadaísmo fue un viaje de aventuras por el conocimiento y la experiencia, azaroso y venturoso; y en los viajes es real el sueño como la pesadilla.

Creo que cumplí la vibración para la que fui destinado en una determinada instancia del suceder histórico con la vida, mi destino personal, mi generación.

Bien o mal, he cumplido. Gracias

Gonzalo Arango

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