Evolución, ¡el oro de la vida!
El Nadaísmo no ahorró medios sacrílegos ni lenguas de fuego para ejecutar la justicia de la vida en la tierra,
y erigir el reinado del espíritu luzbélico sobre los misterios de la belleza y lo sagrado,
hasta que nos devoró la manigua del naturalismo y el idealismo nos corrompió.
A las iglesias de la idolatría y el conformismo hay que derrumbarlas ladrillo a ladrillo como un terremoto lógico.
Oh heroísmos hechiceros, oh soledad de calvario, uno tratando de mortificar una metáfora se crucificaba todo.
Es que el Nadaísmo fue un calvario doloroso y bello: tan doloroso como sus clavos, y tan bello como sus cabellos de resurrección.
En el Nadaísmo no mascamos flores sino cabezales. Y por arrebatar la luz nos coronamos de espinas de ego, rosas suicidas, y ángeles de génesis.
Evolución, ¡el oro de la vida!
Gonzalo Arango
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