Porfirio Barba Jacob

1883-1942

Considerado por los liberales colombianos como uno de sus grandes poetas, quizás porque su vida y su obra celebraron todo lo que ellos habrían querido ser: trashumantes, mentirosos, tramposos, falsarios, drogadictos, transexuales, etc., Miguel Ángel Osorio Benítez, (Santa Rosa de Osos) o Porfirio Barba Jacob, o Marín Jiménez, o Juan Sin Miedo, o Ricardo Arenales, o Juan Sin Tierra, o Juan Azteca, o Junius Cálifax, o Almafuerte, o El Corresponsal Viajero, etc., es hoy un escritor inclasificable y prácticamente ininteligible, así mucha de la crítica de estos últimos años del siglo pasado, siga insistiendo en su importancia como poeta.

“Era delgado, moreno, aindiado, terroso, de aire meditabundo, de vértices y vórtices, entre cetrino y asfalto, -escribió Luís Cardoza y Aragón- literario hasta la indecencia, con algo de cadáver viviente de luz y de vileza. Todo él fue un supositorio, una almorrana, un fruto ácido. Su rostro, de burócrata de funeraria, de emisario de la fatalidad; rostro laminado, que más así lo veía por la nariz aquilina desplomada sobre la boca infecta, que resistía con dificultad el hongo venenoso de un sonreír inseguro y equino. Había demencia en los ojos de esta centaura tenebrosa que escribió "Los desposados de la muerte". Parecían suspensorios sus ojeras de tan abajo que caían. Su pensamiento emanaba hedor de carroña, de azufre de botica. Escuchando la amargura de sus atrocidades y agudezas, vislumbraba su deseo de inventar con la mierda una teología. Untuosa, solemne columna salomónica de mayonesa oscura, que ganó su existencia, cínica y triste, escribiendo decenas de millares de páginas anónimas en diarios, con la orientación que le pagasen.”

Baste enumerar aquí una buena parte de la terminología más frecuente en sus setenta y cinco textos, para sentir como toda esa enciclopedia de sus sentimientos y maneras de ver, o casi todo y ya es mucho decir, está más que olvidado y bajo tierra: acuarimántimas, acíbares, ámbares ponentinos, auri-azulinos, alabastros, alcores, ambarinos, ambrosías, arcanos, bálsamos, brisas ligeras, brunos, caudas, carbunclos, cerúleos, cetrinos, clámides, estelíferas, celajes, diadiemados, diamantinos, dilectos, irisados, lácteo azulinos, lampos, lauros, liras, lirios, mieles, nardos, nacarinos, númenes, lúmenes, opalinos, opresos, ortos, perlinas, plectros, plenitudes, plenilunios, perláticos, plintos, querubes, raudos, refulgentes, rielar, rosicler, silfos, soporosos, sortílegos, tules, turquís lumíneos, trémulos, trémolos, untuosos, ungüentos, ustorios, vagarosos, vesperales. “Un lenguaje desueto por completo, un lenguaje viejo, en definitiva”, dice J.G. Cobo Borda. Y Rafael Gutiérrez Girardot: "Dominó el arte de decir banalidades sonoramente.” Y Eduardo García Aguilar: “A Barba Jacob lo aplastó la leyenda, es sólo leyenda… Su poesía se hunde y sólo los lazos del mito se apiadan de ella.” Y para cerrar esta página, Hernando Valencia Goelkel: “Sea como fuere, a ese puñado de poemas ha quedado reducido el pobre Miguel Ángel Osorio. Si duran, si siguen resonando en otros oídos como hace unos años resonaban aún al entusiasmo juvenil, si dejan de resquebrajarse esas construcciones elocuentes, si sobreviven los lamentos que empiezan a sonar un poco a hueco, sobrarán entonces las exégesis y los reproches. Barba Jacob, entonces, no necesitará, ni nuestra alabanza, ni nuestra censura, ni nuestra inquisición. Ni siquiera nuestra piedad.”

Harold Alvarado Tenorio